Causante de la muerte masiva de palmeras en la CDMX y en todo el País

Érase un Rhynchophorus ferrugineus, insecto nativo de Asia tropical, él vive feliz en aquel clima abundante en palmeras, su plato preferido, taladra galerías por el tronco de estas y deposita huevos, más adelante eclosionarán, y esas larvas terminarán de comerse el interior de la palmera, y si, la matarán. Eh, que nadie le acuse de nada, la Naturaleza es comer, reproducirse y abonar el suelo con tu muerte, romanticismos abstenerse.
Y sucedió que un día este Rhychophorus notó movimiento mientras trabajaba, no le importó, el siguió a lo suyo. Tras el ajetreo, llegó la calma, días después, tras salir de la palmera donde puso los huevos de rigor, notó más sequedad en el ambiente, es más, juraría que eso que veía en el horizonte con forma de pirámides no estaba ahí antes. Bueno, miró a su alrededor y sonrió, acababa de ver otra palmera, su especialidad.
Mientras estaba a lo suyo, volvió a notar movimiento, si, alguien estaba moviendo esa palmera, bueno, ya se cansaría, en su humilde e insectívora opinión, las palmeras pesaban demasiado para ir por ahí moviéndolas. Cesó el ajetreo, notó un aire salino y se sintió mecida por algo, hasta le entraron ganas de dormir, también de vomitar, pero se contuvo y siguió a lo suyo.
Al cabo de unos días, con el estómago revuelto salió del tronco de la palmera, ya no veía palmeras, solo un territorio nuevo que si hubiera sabido geografía habría etiquetado como Almuñécar. Y también ahí había palmeras. Así que hizo lo que mejor sabía hacer. Ir a por ellas.
Nota: El Picudo rojo llegó desde Egipto a Almuñécar en 1994 desembarcando dentro de palmeras destinadas a decorar un jardín de esos “de billetes”, los que no reparan en gastos. El término “Plaga devastadora” se queda corto.
Miles de palmeras han caído, el tratamiento es radical, cuando se detecta una infectada hay que arrancarla y quemarla para tratar de frenar la expansión de este insecto. Las diferentes técnicas preventivas o curativas son costosas y complicadas de aplicar.
Y ya ha llegado a América. ¿Cuándo aprenderemos?
La vigilancia constante y sistemática es fundamental para detectar la presencia del insecto en sus primeras fases de infestación y salvar nuestras palmeras.

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