Por amazonaadm 
Son las 7:30 de la mañana en San Juan Metaltepec, una pequeña comunidad de la Sierra Mixe de Oaxaca. El sol apenas se asoma entre las montañas, pero en la escuela primaria “Benito Juárez”, los paneles solares ya comienzan a captar los primeros rayos. Aquí, a más de cuatro horas de la capital del estado, la electricidad llegó no por cableado tradicional, sino por el cielo.
Hasta hace poco, la escuela funcionaba con luz intermitente proporcionada por un viejo generador de gasolina. “Teníamos que apagar la computadora para que funcionara la licuadora del desayuno escolar”, recuerda la profesora Luz María Torres, quien ha dado clases en la región por más de 15 años. Todo cambió en 2023, cuando una organización llamada Iluméxico, en coordinación con autoridades locales, instaló un sistema fotovoltaico autónomo.
Un cambio de raíz
San Juan Metaltepec no es la única comunidad transformada. En los últimos tres años, más de 100 escuelas rurales en estados como Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Veracruz han instalado paneles solares como solución a la falta de infraestructura eléctrica. El fenómeno, aunque silencioso, está teniendo un profundo impacto en la educación rural mexicana.
“Las clases ya no dependen del clima ni de la disponibilidad de combustible. Podemos usar computadoras, proyect