Por amazonaadm 
Miles de mexicanos se levantan cada día para cumplir con uno, dos o hasta tres trabajos. Aun así, el dinero no alcanza. El empleo ya no es garantía de estabilidad, y la pobreza se ha vuelto parte del uniforme laboral.
Por: Mónica Mendoza
“Trabajo de lunes a sábado como cajera, y los domingos vendo postres por encargo. Aun así, a veces tengo que elegir entre pagar la luz o comprar carne”, cuenta Mariana, una madre soltera de 34 años en Ecatepec. Tiene empleo formal, seguro social y 10 años de experiencia, pero su salario de $7,200 mensuales apenas cubre lo esencial.
Como Mariana, millones de mexicanos viven una contradicción brutal: tienen trabajo, pero no tienen suficiente para vivir con dignidad.
📉 El empleo ya no es sinónimo de bienestar
Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en 2024 más del 30% de la población ocupada en México vive en situación de pobreza laboral. Es decir, su ingreso no alcanza para adquirir la canasta básica alimentaria.
Y no se trata de desempleados o personas sin estudios: se trata de personas que trabajan, muchas veces más de 48 horas a la semana, pero atrapadas en empleos mal pagados, informales o sin derechos laborales.
💼 Trabajar más, ganar menos
El salario mínimo en México subió a $7,508 mensuales (zona general en 2024), pero el costo real de vida en zonas urbanas supera los $12,000 para una sola persona.
Muchos mexicanos recurren al pluriempleo o a los “ingresos alternos” (venta por catálogo, plataformas digitales, etc.).
Las jornadas laborales son extensas: México es uno de los países que más horas trabaja al año, según la OCDE.
“La precariedad no es solo una cifra: es el estrés de no saber si alcanzarás la renta, la culpa de no estar con tus hijos, la angustia constante”, dice Jaime, repartidor de moto.
🤖 ¿Qué pasó con el sueño del trabajo digno?
En los años 90, tener empleo significaba poder comprar una casa, un coche, salir de vacaciones. Hoy, para muchos jóvenes, tener trabajo apenas significa sobrevivir sin endeudarse.
Las causas son múltiples:
Subcontratación y outsourcing, aunque regulados, aún persisten en sectores enteros.
Automatización y economía digital que fragmentan empleos.
Falta de sindicatos fuertes que defiendan los derechos laborales.
Políticas públicas que normalizan la informalidad como “emprendimiento”
🧍♀️🧍♂️ Los nuevos pobres: jóvenes, madres y trabajadores esenciales
Los más afectados por esta precariedad son:
Jóvenes entre 18 y 29 años, con tasas de subempleo altísimas.
Mujeres, especialmente madres solteras, que enfrentan discriminación laboral y carga doble.
Trabajadores esenciales: personal de limpieza, seguridad, comercio y repartidores.
“Yo tengo dos carreras y una maestría. Aun así, doy clases en tres escuelas distintas y gano $11,000 al mes”, cuenta Estefanía, profesora de preparatoria en Puebla.
🧠 El impacto invisible: salud mental y desesperanza
La precariedad no solo afecta el bolsillo, también desgasta el ánimo colectivo. Aumentan los casos de:
Ansiedad financiera.
Síndrome de burnout.
Depresión asociada a la falta de movilidad social.
Para muchos jóvenes, el futuro se percibe como algo estancado, sin promesas.
✅ ¿Qué se puede hacer?
Algunas propuestas desde distintos sectores incluyen:
Incrementar el salario mínimo real de acuerdo con el costo de vida.
Reducir la jornada laboral sin afectar el ingreso.
Estimular la formalización con beneficios reales.
Reformar el sistema fiscal para redistribuir riqueza.
Promover políticas públicas de bienestar laboral, como vivienda digna, salud mental y guarderías.
🧩 Conclusión: la trampa de la meritocracia rota
Trabajar ya no es suficiente. Hoy en México, la pobreza no siempre está del lado del desempleo, sino que habita dentro del sistema productivo mismo. Una sociedad que no recompensa el esfuerzo con bienestar está sembrando frustración, rabia y abandono.
Y la pregunta es urgente:
¿Para qué sirve un país donde el trabajo ya no da para vivir?
